Así denominaban los Romanos al Bordado, ya que lo comparaban con los diseños que la naturaleza crea en el plumaje de las aves.
Pero el bordado es mucho más antiguo que eso, seguramente sea casi tan antiguo como la humanidad misma. El arte de decorar las vestiduras con las mismas puntadas que se realizaban para unir dos telas (o pieles) es probable que haya nacido casi conjuntamente con la costura.
Es una técnica que atraviesa de Oriente a Occidente y de Norte a Sur a todas las culturas y civilizaciones. Imperios como los de La antigua Persia, India, China, Japón, Egipto, Bizancio, Roma y Grecia, todos han desarrollado técnicas elaboradísimas de bordado.
Es al mismo tiempo transversal a todas las clases sociales. El mismo bordado que cuando usa ciertos materiales sirve para expresar jerarquía social, riqueza y hacer ostentación de poder, cuando utiliza otros, crea identidad y se hace parte del legado cultural que los pueblos transmiten de generación en generación como parte de la tradición.
Será por eso que la cadencia repetitiva de dar puntada tras puntada induce a quien realiza la tarea de bordar a mano en un estado meditativo profundo y relajante, que quizás, lo conecta con todo ese mundo sutil de tradición milenaria.
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